Un Adios con dolor .
Se incorporó a mi vida hace 28 años, junto a Don Osvaldo su eterna pareja, me invitó a comer, nuestro fin era ponernos de acuerdo para mi casamiento con la menor de sus hijas, todo estaba preparado, todo en su lugar, ella silenciosa había preparado con esmero esta ocasión, me recibió con gran cariño y se río cuando le dije usted no está perdiendo una hija sino que está ganando un hijo.
Que contenta estaba cuando nacieron mis hijos llegó a nosotros con ternura y regalos, estaba orgullosa de sus primeros nietos, recuerdo su fuerte tenacidad y perseverancia, se manifestó en el esmero para construir la casa en la playa, que insistía para que los niños fueran a respirar aire puro. También, recuerdo cuan contenta se puso al saber que tenía una nieta, así pues suegrita, el árbol que usted junto a Don Osvaldo plantó, ya había dado nuevos brotes una nieta y dos nietos.
En muchas ocasiones compartió con nosotros. Una de esas fechas, era la navidad, en la cual compartía la misa del gallo a pesar de no profesar la fe católica, en el fondo esta era una manifestación de amor por su familia, el mismo amor que la hacía ser fuerte en momentos difíciles. En una ocasión vivió varios meses con nosotros, prestando una valiosa ayuda, ese momento fue uno en los que más compartimos, recuerdo que me confidenció que añoraba estar con Don Osvaldo que lo extrañaba, bueno suegrita, estoy seguro que ahora junto a él estará feliz, sonriéndonos desde algún lugar del Universo.
Suegrita, te quisiste ir un día 25 de diciembre, fecha emblemática para nuestro núcleo familiar, día del año en que nos reunimos a compartir una tarde, intercambiar regalos y plasmar el cariño filial, fraterno y familiar, con tu partida. esta fecha a quedado grabada a fuego para el resto de nuestros días.
Nos harás falta, pero tu recuerdo estará por siempre con nosotros, y no me queda nada más que darle las gracias por todo lo que nos dio en forma callada y sin aspavientos,
2 Comments:
Al leer este post, y recordar la escena de velatorios en qué en el modo qué sea se intenta velar por aquello que queda cuando la muerte llega, en alguna de las novelas de la trilogía -creo que en un par de ocasiones- E. Sábato se pregunta si el recuerdo que tenemos de los que ya no están no es acaso una prueba de la inmortalidad del alma. La verdad es que no sé, también sé que con el dolor se llevan mal las palabras, y que quizá sea hora de callar.
Un abrazo (y esto es más que un compromiso para acceder a los blog's)
Saludos allendianos.
Gracias por el Post y el apoyo en un momento penoso
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