Perro muerto

El general se fue, hizo perro muerto, traicionó,mató y robó, pero no pagó y esto se lo debemos al poder judicial chileno, el mismos que no aceptó los miles de recursos de amparo que se interpusieron por tantos chilenos y que si hubiesen sido aceptados los detenidos desaparecidos habrían sido muchos menos. Siento rabia, siento impotencia al saber que durante toda mi vida he estado sometido a los designios, al igual que mi generación, estuvo sometida por tantos años a la voluntad de Augusto Pinopchet Ugarte, por su forma no tuvimos una juventud normal, ya que vivimos sometidos a un control ferreo de un estado policial brutal, por años con toque de queda sin poder conocer la rutina de poder salir en la noche sin temor a que una patrulla te disparara en la cabeza, a una vida universitaria en que los representantes estudiantiles eran designados a dedo, en colegios secundarios donde se colocaron casetas de control con soldados para 'cuidar' a los escolares. Y para que recordar las grandes atrocidades, en donde ví muertos en el Mapocho, obreros golpeados en la carretera, supe de degollados, de muertos incinerados en una fabrica de cerámicas, y tantas cosas que quisiera olvidar pero no puedo, por eso me da rabia, y siento impotencia.

Al ver hoy día a chilenos destapando botellas de champan, no puedo olvidar aquel 11 cuando muchas otras familias tomaban el mismo elixir mientras mataban a sus compatriotas, siento rabia y siento impotencia al ver que no hemos avanzado nada, y solo nos queda esperar que las próximas generaciones puedan algún día abrazarse sin tener rencor que nuestra generación va ser muy difícil de superar.

Parafraseando al dictador se puede aseverar, se mató la perra pero no se acabó la leva, que lástima para nuestro pueblo.