Que recuerdos, Victor.
Eran cerca de las nueve de la mañana y un estruendoso ruido me sobresaltó, estaba despierto pero aún no me levantaba, el ruido me hizo suponer que algo malo había pasado, es extraña la sensación pero han pasado los años donde he tenido vivencias buenas y no tanto, pero el recuerdo de esa mañana no me abandonará por el resto de mi vida.
Eran tiempos de bastante inseguridad, se rumoreaba que el gobierno no duraría mucho, me levanté rápidamente, puse la radio, habían algunas emisoras que no funcionaban otras transmitían música chilena y marchas militares, corrí a la ventana del segundo piso y me asomé para ver a mi hermano que se iba más tarde al liceo por no tener gimnasia, él estaba eximido del ramo, le grité : ¡¡Hue.. devuélvete a casa, está quedando la cag..!!. . Mi otro hermano iba en la tarde al colegio por lo tanto estábamos los tres, nuestros padres en el trabajo, mi papá trabajaba en la editorial Quimantú y mi madre en el Hospital J.J. Aguirre.
Posteriormente, me puse a revisar las diversas emisoras y aterrice en el dial en la Magallanes donde escuchamos el último discurso del Presidente Allende, a su vez escuchamos unos estruendos, habían bombardeado las torres de la radio Corporación, recuerdo que esto me lo informaron en la calle y me enteré que el golpe de estado había llegado. No podía creer que algo así estuviera ocurriendo, recuerdo que me sentía solo y que tenía lista mi maleta para viajar a Talca, ya que estudiaba en esa ciudad, en la sede Lircay de la Universidad de Chile. En esa época la casa de mis padres no tenía teléfono, por lo tanto no pude comunicarme con ellos, pero mi madre se comunicó con una vecina, la cual nos informó, junto a mis dos hermanos, que el papá estaba bien, y que ella no podía salir del hospital ya que fuerzas militares los tenían rodeados.
Los recuerdos se nublan, pero entre muchas cosas, recuerdo que algunas personas se alegraban, otras lloraban; yo pensaba, esto va a pasar y va hacer igual que el tanquetazo, fuerzas leales al gobierno acallaran el golpe, y nos reiremos de todo esto, que errado estaba, también recuerdo haber conversado con la madre de un amigo, que en ese entonces era opositora al gobierno popular, "esto es lo peor que le puede pasar a nuestro país", y me explicó que ella había conocido la dictadura de Perón en Argentina, y me dijo "los milicos son iguales en todas partes".
No recuerdo que almorzamos en ese entonces, pero después llegó mi papá y se hizo cargo de la casa y nos puso bajo llave para que no saliéramos. Con mi hermano Iván, queríamos salir a defender el gobierno del pueblo, ya que nos dijeron que venía el general Prats desde Concepción con fuerzas leales al gobierno, fuerzas militares que nunca llegaron porque nunca existieron.
Rápidamente, aprendimos palabras como toque de queda, bando numero...., comando conjunto, Junta militar y muchos más términos que nos acompañaron por 17 años, arruinando nuestra juventud, y parte de nuestros sueños.
Llegó la noche y junto a mis hermanos miramos a través del ventanal del living, tirados de guata en el suelo, vimos una fila india donde llevaban a unas cien personas haciendo sapitos por el medio de la calle, esta fila iba custodiada por soldados fuertemente armados, que de vez en cuando golpeaban a los que se retrasaban, los disparos de ametralladoras se sintieron durante toda la noche, ese fue nuestro bautizo de fuego en la larga noche que nos había caído y que no terminaría hasta 17 años después, con esposa e hijo .
Todo esto se me ha tornado muy presente desde que se informó que la justicia se asoma para Víctor Jara, a quien conocí aproximadamente un año antes de su muerte, recuerdo que trabajábamos junto a un amigo en una cuadrilla para cargar sacos de papas en el terminal San Eugenio de FF.EE, éramos de una cuadrilla de voluntarios del pedagógico de la chile, con el fin de ayudar para evitar el desabastecimiento, Víctor nos cantó para animar a todos los “compañeros” y bromeó al ver que junto a mi amigo éramos altos ya que ambos andábamos por el 1.80 de altura.
Mientas yo vivía lo que les he relatado, habían muchas personas, como Víctor, morían o eran torturadas o desaparecían. En esa época escuchamos que existían campos de prisioneros, y supimos del estadio Nacional y del estadio Chile.
Siento que con esta gestión de justicia, después de 35 años, algo se cura nuestra alma dañada, y que sin darme cuenta, me he percatado que la herida aún está ahí, creía que había cicatrizado, y veo que al exponer las heridas de tantos, se permitirá que el aire, el sol, el viento de justicia seque esas heridas, para que podamos tener una verdadera alma nacional, y por eso no entiendo, que existan personas que quieran a la derecha como gobierno, ya que para personas como yo, solo significa terror, miedo e inseguridad, y menos entiendo a los díscolos con sus deseos personalistas de poder. Ha pasado mucho tiempo, mi hijo menor tiene prácticamente la edad que yo tenía cuando empecé este relato.
Eran tiempos de bastante inseguridad, se rumoreaba que el gobierno no duraría mucho, me levanté rápidamente, puse la radio, habían algunas emisoras que no funcionaban otras transmitían música chilena y marchas militares, corrí a la ventana del segundo piso y me asomé para ver a mi hermano que se iba más tarde al liceo por no tener gimnasia, él estaba eximido del ramo, le grité : ¡¡Hue.. devuélvete a casa, está quedando la cag..!!. . Mi otro hermano iba en la tarde al colegio por lo tanto estábamos los tres, nuestros padres en el trabajo, mi papá trabajaba en la editorial Quimantú y mi madre en el Hospital J.J. Aguirre.
Posteriormente, me puse a revisar las diversas emisoras y aterrice en el dial en la Magallanes donde escuchamos el último discurso del Presidente Allende, a su vez escuchamos unos estruendos, habían bombardeado las torres de la radio Corporación, recuerdo que esto me lo informaron en la calle y me enteré que el golpe de estado había llegado. No podía creer que algo así estuviera ocurriendo, recuerdo que me sentía solo y que tenía lista mi maleta para viajar a Talca, ya que estudiaba en esa ciudad, en la sede Lircay de la Universidad de Chile. En esa época la casa de mis padres no tenía teléfono, por lo tanto no pude comunicarme con ellos, pero mi madre se comunicó con una vecina, la cual nos informó, junto a mis dos hermanos, que el papá estaba bien, y que ella no podía salir del hospital ya que fuerzas militares los tenían rodeados.
Los recuerdos se nublan, pero entre muchas cosas, recuerdo que algunas personas se alegraban, otras lloraban; yo pensaba, esto va a pasar y va hacer igual que el tanquetazo, fuerzas leales al gobierno acallaran el golpe, y nos reiremos de todo esto, que errado estaba, también recuerdo haber conversado con la madre de un amigo, que en ese entonces era opositora al gobierno popular, "esto es lo peor que le puede pasar a nuestro país", y me explicó que ella había conocido la dictadura de Perón en Argentina, y me dijo "los milicos son iguales en todas partes".
No recuerdo que almorzamos en ese entonces, pero después llegó mi papá y se hizo cargo de la casa y nos puso bajo llave para que no saliéramos. Con mi hermano Iván, queríamos salir a defender el gobierno del pueblo, ya que nos dijeron que venía el general Prats desde Concepción con fuerzas leales al gobierno, fuerzas militares que nunca llegaron porque nunca existieron.
Rápidamente, aprendimos palabras como toque de queda, bando numero...., comando conjunto, Junta militar y muchos más términos que nos acompañaron por 17 años, arruinando nuestra juventud, y parte de nuestros sueños.
Llegó la noche y junto a mis hermanos miramos a través del ventanal del living, tirados de guata en el suelo, vimos una fila india donde llevaban a unas cien personas haciendo sapitos por el medio de la calle, esta fila iba custodiada por soldados fuertemente armados, que de vez en cuando golpeaban a los que se retrasaban, los disparos de ametralladoras se sintieron durante toda la noche, ese fue nuestro bautizo de fuego en la larga noche que nos había caído y que no terminaría hasta 17 años después, con esposa e hijo .
Todo esto se me ha tornado muy presente desde que se informó que la justicia se asoma para Víctor Jara, a quien conocí aproximadamente un año antes de su muerte, recuerdo que trabajábamos junto a un amigo en una cuadrilla para cargar sacos de papas en el terminal San Eugenio de FF.EE, éramos de una cuadrilla de voluntarios del pedagógico de la chile, con el fin de ayudar para evitar el desabastecimiento, Víctor nos cantó para animar a todos los “compañeros” y bromeó al ver que junto a mi amigo éramos altos ya que ambos andábamos por el 1.80 de altura.
Mientas yo vivía lo que les he relatado, habían muchas personas, como Víctor, morían o eran torturadas o desaparecían. En esa época escuchamos que existían campos de prisioneros, y supimos del estadio Nacional y del estadio Chile.
Siento que con esta gestión de justicia, después de 35 años, algo se cura nuestra alma dañada, y que sin darme cuenta, me he percatado que la herida aún está ahí, creía que había cicatrizado, y veo que al exponer las heridas de tantos, se permitirá que el aire, el sol, el viento de justicia seque esas heridas, para que podamos tener una verdadera alma nacional, y por eso no entiendo, que existan personas que quieran a la derecha como gobierno, ya que para personas como yo, solo significa terror, miedo e inseguridad, y menos entiendo a los díscolos con sus deseos personalistas de poder. Ha pasado mucho tiempo, mi hijo menor tiene prácticamente la edad que yo tenía cuando empecé este relato.
4 Comments:
Sé que le sonará raro que yo precisamente comente aquí. Ni siquiera llego a la minoría de edad de su relato para poder contar algo relevante o decir "entiendo la situación". Pero creo que algo de esas historias y ese miedo han sido traspasado a nuestras generaciones. Mi papá, al igual que usted, me cuenta relatos irreales en que las palabras "toque de queda", "ametralladoras", "torturas", se repiten. No sé lo que es sentir el miedo que ustedes sintieron, o vivir esa experiencia pero... sé lo que es sentir que una herida no cicatrize. Y aunque parezca lo más superficial del texto, es en lo único que puedo comentar.
Porque es extraña la sensación del "dolor" como tal, el como las cosas de la infancia, se reviven más que las actuales. Y sé que sueno como una mini-adulta, pero da igual. En mi caso, son cosas más superficiales las que no cieran todavía, pero sé que algún día ya no sentiré dolor al recordarlas, o revivirlas. -me queda mucho tiempo para poder lograrlo, al igual que usted.
Me dio no se qué por comentarle algo, pero es más como un aliento de fuerza, que no tenga miedo, que las cosas pueden forjarse y volver a hacerse, y aunque existe ese resentimiento, que no se cierre al futuro. Eso :)
Quizás no haga mucho sentido lo que acabo de escribir, pero fue un arrebato de un no se qué. Cuidese mucho, un beso a la familia.
Cata, un agrado tu post,
Viejo.... sabes que en política tu y yo somos como leche y aceite, pero comprendo tu relato y lo siento propio pq sé perfectamente que te marcó, que te dolió y mutiló en parte tus sueños... pero hey! yo nací al final de esa época y algo de felicidad te traje! XD
Desde mi perspectiva de leguleyo la noticia de V. Jara la tomé como un "bueno, caso emblemático, ok... ahora hay que seguir encontrando verdades", pero la razón por la que me demoré en escribirte acá era porque no sabía como sensibilizar mi pensamiento para decirte que gracias a tipos como tu yo puedo caminar por la calle libre y tranquilo... confiado... y que, así como dice la loly "con gente que aún sufre, no podemos aún hablar de pasado", quiero agradecerte "públicamente" por inculcarme todo un republicanismo y respeto por los derechos humanos que, creo en parte, influyeron en mi vocación.
Para termina quería decirte que por mucho que discrepemos en cuanto a la efectividad macroeconómica de un modelo benefactor en los 70, quiero que nunca olvides que gracias a tu testimonio, tengo como ideario que nuestro país vuelva a ver a un pueblo feliz y digno... sea como sea que eso lo logremos (donde nuestros caminos discrepan).
Eres un gran sujeto.
Matías.
Eres un buen hombre, me entristece mucho tu relato, pero entiendo que el tiempo y la justicia irán haciendo que sanemos, yo recuerdo también muchos momentos felices,pero también recuerdo haber sentido muchas veces algo que después supe se llamaba impotencia sentimiento muy fuerte y destructivo para un adolescente. Porque todos nosotros existimos y tenemos memoria ésto no puede ser historia vieja como muchos quisieran ,algo que ya pasó y ya no importa,porque fuimos una generación que no buscamos vernos en el deber de restaurar lo que otra generación rompió, pero lo hicimos porque era lo correcto. Si nos ha llevado tanto tiempo a nosotros sanar, ¿será que no ha habido completa justicia ni suficienta respeto por lo vivido en el Chile de esa época?
un abrazo
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